miércoles, 4 de diciembre de 2024

Navidad 2024_25

Llegó el último mes de 2024 y pronto, antes siquiera de darnos cuenta, celebraremos el Año Nuevo, y como siempre cuando algo termina, la añoranza nos guiará hacia los recuerdos. No obstante, seguiremos avanzando, luchando por lo que amamos en la vida, por mantener la ilusión, por sentir curiosidad, ganas de aprender y también de reír aunque a veces nos parezca que todo está roto. Las cosas se reparan o se adquieren nuevas, pero los seres que amamos y perdemos son insustituibles, y por eso, aunque el tiempo pase, vivirán siempre en nuestros corazones.

Que tengamos tod@s unas fiestas entrañables. Un fuerte abrazo.


Cuando encuentras una puerta abierta puedes sentir el impulso de entrar, o ignorarla y pasar de largo, según sea el caso. En el mío, me pudo la curiosidad y no me resistí ante las ganas de asomarme. Ayudó también que no había nadie por los alrededores, ni personas, ni coches. Sólo ese silencio roto que se siente a veces cuando casi estás en plena naturaleza y puedes escuchar el susurro de las hojas al moverse, el canto de los pájaros y también el murmullo de la ciudad que ronronea de fondo. El muro era alto, sin ventanas y sólo había un portón sólido entreabierto tras el que había una cancela.

 

A través del espacio entornado descubrí lo que parecía un parque con diversidad de plantas, algunas en flor... A mí me encantan las flores, así que atraída me asomé más, como una intrusa. El jardín era muy grande. Habían árboles majestuosos, increíbles, robustos y también flexibles, que balanceaban sus ramas como gigantes que juegan con la luz y el viento en un baile casi armónico.

El momento fue fantástico, hasta que una enorme cabeza de perro, se asomó por la cancela, espantando la magia con sus ladridos y dejándome con un gran susto en el cuerpo. De manera que aún medio flotando y agitada al mismo tiempo, continué mi camino.


 ¡Feliz Navidad y Año Nuevo!




lunes, 4 de noviembre de 2024

NIEBLA

No me puedo quitar de la cabeza la catástrofe de Valencia y zonas aledañas, perdonen que los cite aquí. Abrazos de corazón para quien los necesite.

 

La niebla lo llenó todo muy de mañana, en silencio,

envolviendo las ramas, las hojas y el tronco con delicadeza,

como se posan los pájaros sobre los tallos.

Quedó envuelto así durante horas, quieto, suspendido, sin brisa y sin frío,

sólo con la apacible humedad que todo lo empaña.

 



Al caer la tarde, la niebla se fue reptando,

dejando la hierba mojada de agua sin lluvia.

El árbol, mudo, siguió en su puesto con la oscuridad rondando.


No hay luna, la bruma escaló para esconderla montaña arriba.

Las nubes quieren ocultarlo todo y aún así,

puntitos luminosos aparecen dispersos en el cielo jugando a esconderse.



El avefría comienza su canto para avisar de la llegada del frío.

Y las sombras siguen su ritmo estridente como su canto,

avanzando a trompicones hasta que se dispersan.

Es entonces cuando como un escalofrío,

los seres de la noche salen en busca de su presa.


Es hora de arroparse

y dejarse llevar por el mundo inconsciente de los sueños hasta que amanezca.

viernes, 4 de octubre de 2024

Disparates

Los diálogos de disparates entre mi nieto y yo me divierten sobremanera, probablemente porque me siento como una niña y porque a los dos nos hacen reír, y nada hay mejor que esos ratos de felicidad.

En nuestra habitación se ha instalado un perenquén (salamandra). La primera noche eligió un hueco entre los libros que hay en la estantería sobre la ventana, entre “La fuerza Fierabrás. Medicina, ciencia y terapéutica en tiempos del Quijote” y un antiguo libro de “Patrones para modistas de 1900”.

 

No sé si los títulos que eligió para acomodarse tendrán algo que ver, o si simplemente el hueco que encontró entre ellos era sólo un buen refugio.

Mi nieto dice con la lógica apabullante de sus ocho años, que a lo mejor se queda ahí para ir leyendo lo que hay en el estante y que por eso empieza por un extremo. Pero yo discrepo porque todo lo que queda en esa estantería son libros y revistas con ideas para tejer todo tipo de prendas.

Al día siguiente, lo descubrí en la penumbra de la caída del sol caminando con precaución, pegado a la pared como si fuera Spíderman, y con la agilidad que les caracteriza a ambas “familias”, la de los súper héroes y la de los geckos, se dirigía con timidez aparente hacia el otro ventanal. Aventuro que en busca de otro hueco más idóneo en lo que debe considerar a estas alturas su librería particular.


 

Quizá yo tenía razón y probablemente terminó decepcionado tras ojear la otra balda y descubrir que no tenía mayor interés. Puede que si. Yo a estas alturas de mi vida estoy abierta a todas las posibilidades. Puestos a disparatar, se me ocurre que de repente escuchó nuestros comentarios. Sea como fuere, esta otra repisa es más interesante. Todos los volúmenes son de fotografías del mundo y además algo historiados. A mi modo de ver, mucho más entretenidos. 


 

Lleva días afincado allí, y es que ver el mundo a través de espléndidas imágenes es una manera estupenda de pasar el rato entre cacería y cacería, y yo estoy encantada porque mantiene a raya a las hormigas y demás insectos. Por mí puede quedarse aquí alojado como si de un hotel se tratase.



miércoles, 4 de septiembre de 2024

Pasar página

Regomeyo.- Esa sensación de resquemor, de desazón o desasosiego, de malestar físico que no llega a ser verdadero y que no se revela al exterior.


No sé qué habrá sido de ella y por eso me ha acompañado un regomeyo durante todo el día que no me deja tranquila. En el trabajo, ando preocupada y no se me va de la cabeza, me aflige un ronroneo sordo que me aturde. Hace días que no tengo noticias suyas... pero es que tengo tanto trabajo que regreso a casa rota y sin ánimo de nada. Lo último que recuerdo es que me pareció que alguien la había golpeado y su teléfono interrumpió la llamada en mitad de la conversación. No se nada más, era de noche y el cansancio me pudo, y que me perdonen pero me quedé dormida.

Aleluya, por fin es viernes y esta noche podré prestarle toda mi atención. 

A mi entender ella tampoco sabe muy bien lo que pasa... le parece que esta acostada en algo así como una mesa, y no se puede mover.

Cuando creí que al fin lo iba entendiendo, de repente, se quedó todo en silencio y a oscuras.


A la mañana siguiente, el libro estaba junto a mí, sobre la cama y boca abajo, abierto sobre una página cualquiera, y el marcapáginas en el suelo, perdida toda utilidad como un ángel caído.

Tendré que releer por encima un poco, para llegar por donde iba anoche antes de quedarme tiesa, sacar de ese horror a la protagonista que me tiene en vilo y pasar página.

martes, 4 de junio de 2024

Respeto al tiempo

 A veces me pregunto qué pensaran de nosotros los mayores, cuando por serlo, los tratamos con condescendencia. Como si por llegar a la vejez se hubieran vuelto ineptos, y su experiencia no tuviera valor. Como si por ser más lentos de reflejos, fueran incapaces de tomar decisiones.

 


El calor cargado de humedad, envuelve el cuerpo en una sensación pegajosa. Sin embargo, al señor con sombrero que está apoyado en la pared por fuera de la farmacia, mientras su hijo se ocupa de adquirir sus medicinas, no parece afectarle. Tiene 101 años y de momento su mente sigue todo lo ágil que la vejez se lo permite, y el cuerpo, salvo leves catarros como ahora, también va respondiendo.

Una señora pasa junto a él y le hace un leve saludo con la cabeza a lo que él, caballeroso, responde levantando levemente el sombrero. Ella deja tras de si un suave aroma a retama. Y él sonríe y su cabeza se transporta al instante al pasado.

Lo que no pudo ser pero casi fue. Ese pensamiento cruza su cabeza como un relámpago. Aquellas tardes luminosas de miradas de soslayo. Frases breves que lo dicen todo sin apenas decir nada y risas contenidas en muecas felices.

No pudo ser, pero le hubiera gustado tenerla como compañera.

Hace tiempo se volvieron a encontrar, ella casada, sin hijos y él casado y con descendencia. Y después de aquella breve conversación ya no supieron de qué hablar, y de nuevo el adiós, incómodo, se interpuso entre los dos.

Nuestra historia pasa girando como una rueda en una jaula de hámster, siempre en movimiento aunque a veces nos parezca que se ralentiza. Mejor sonreír a la mañana y recordar los buenos ratos, que siempre hay alguno. 

 


 


 






sábado, 4 de mayo de 2024

Semillas

¿No te dan ganas a veces de tener súper poderes para hacer desaparecer las injusticias de un plumazo? A mí me pasa cada vez más a menudo. No soporto a los frescos o frescas que van por la vida pisoteándolo todo y a todos-as sin miramientos, y que encima piensan que el resto somos idiotas por cumplir con las normas cívicas o por respetar lo ajeno.

Amanecía, y los defensores de palacio, corrían de un lado a otro con sus cascos puestos, esquivando las columnas como elefantes furiosos y temiendo que rodaran cabezas. No se sabía cómo, pero alguien había instalado sin permiso, una carpa junto a la entrada de palacio. También había un reguero de semillas y unas pequeñas setas que habían crecido de la noche a la mañana, y que los pájaros picoteaban. Los que comían las semillas no podían dejar de comer, y los que picoteaban las setas se comportaban de un modo extraño. De manera que los pájaros entretenidos como estaban, no cantaban como todas las mañanas, y eso iba a enfurecer a su caprichoso líder.

 

La soldadesca intentaba poner orden sin nada de éxito, pues los animales salvajes no entienden ni de leyes, ni de normas, así que todos sus intentos caían en terreno estéril.

A todas estas, y supongo que debido al alboroto, salió de la carpa un ser pequeño y flaco que dando dos fuertes palmadas dispersó a los pájaros, que se subieron a los árboles y se pusieron a cantar como todas las mañanas. Entonces el hombrecillo fue animando a los aldeanos a comer, pues de todos era sabido, que ese país padecía una terrible hambruna. Las personas que probaban los granos, quedaban saciadas y nutridas, y todos bendecían y agradecían al recién llegado por su generosidad. El personaje fue sacando pequeños sacos de semillas a los que les añadía una seta y al instante los granos empezaban a germinar. Entonces empezó a repartirlos entre la gente que escuálida y temerosa, se había acercado. De manera que maravillados, cogían el saquito de aquellos cereales mágicos que les ofrecían y se encaminaban a los huertos para sembrarlos.



El capitán de la guardia por si acaso, mandó apresar al hombrecillo y lo llevó a palacio para que el tirano que los gobernaba, que era un ser glotón y obeso, se pronunciara al respecto. El pequeño personaje ni se inmutó cuando se lo llevaron a la fuerza. Era un ser extraño, casi etéreo, y llevaba una capa verde lima sobre sus huesudos hombros, que le daba cierto aspecto de insecto palo o de mantis religiosa.

El adalid tras la explicación de lo ocurrido, exigió que le trajeran de inmediato semillas para probarlas, pues consideraba que todo lo que estaba en su reino era suyo. Pero en cuanto empezó a saborearlas, como ocurrió con los pájaros, ya no pudo parar de comer, de manera que cuando su cuerpo no lo resistió más, y ante la mirada atónita de su séquito, explotó.


 

El jefe de la soldadesca, tras recuperarse del susto, pensó que el pueblo no se podía quedar sin dirigente alguno, de manera que para evitar que surgiera otro dictador, le propuso al señor Palo Lima que gobernaran juntos hasta que se pudieran celebrar unas elecciones democráticas. Uno defendería el castillo y las tierras de los campesinos (que se repartirían), y el otro haría lo necesario para que entre todos, el pequeño reino prosperara y no se volviera a repetir la hambruna. Y así fue como el pueblo rebautizado como “Semillas” salió adelante, aunque no siempre fue fácil.

Nunca se supo de donde vino el señor Palo Lima, ni de donde sacó las semillas mágicas, pero con el tiempo, a nadie pareció importarle.





jueves, 4 de abril de 2024

La historia de un milagrito

Nacemos sin elegir dónde , ni cómo seremos, al menos de momento. De todas formas, y en el mejor de los casos, estas opciones las elegirán siempre otros por nosotros; o bien, podría también ocurrir, que todo se dejara en las manos del azar, la suerte o la casualidad. En cualquier caso, tras estas posibilidades, a unos nos tocará vivir en el lado luminoso, y a otros en el lado oscuro.

No recuerda haber subido jamás a un coche. Empieza a caer la tarde, y se encoje en el asiento de atrás como un ovillo, insignificante, temblando de miedo, casi mimetizada con el color del sillón.

De pronto el coche se para, abren la puerta y la lanzan sin miramientos lo más lejos que pueden, y siguen su camino. Por suerte hay mucha hierba y eso amortigua el taponazo. Está vieja, cansada y tiene algunos huesos mal soldados de los golpes recibidos sin saber muy bien por qué, de manera que le duele todo.

Por instinto de supervivencia y haciendo un esfuerzo enorme, se aleja de la carretera cojeando. Hoy no ha comido. En el interior del monte la hierba es más alta y la envuelve por completo. Esa sensación le gusta, igual que sentir la brisa. Tras deambular siempre en el sentido de la pendiente, cae desfallecida bajo un árbol y se duerme.

 


Amanece temprano y lloviznando. Está empapada y desorientada, pero emprende el camino siguiendo la cuesta porque es más fácil bajar que subir. De vez en cuando descansa y dormita. Tiene mucha hambre.

Los días se suceden sin encontrar a nadie. Ya ni siquiera tiene hambre. Ha perdido la noción del tiempo y apenas puede dar dos o tres pasos sin caer rendida.

Y de nuevo el sol se esconde para mirar hacia otro lado. El animal tropieza y cae en un hoyo como hecho a su medida. Ya no puede más, así que se enrosca aterida. Pronto el rocío empezará a mojarlo todo.

De repente siente que algo se acerca y la invade el pánico que se presenta negro y de ojos brillantes. Pero ella está tan débil que se tambalea cuando intenta ponerse de pie y de su garganta apenas salen débiles quejidos, de manera que se rinde a su suerte.

-Lucho, Lucho, ven, ¿qué haces?- Pero el animal, feliz ante el hallazgo, no hace caso a las llamadas y mueve entusiasmado el rabo.

-Mira, es una perrita. La pobre. Está esquelética. No lleva collar y parece viejecita.

-No podemos dejarla aquí, se morirá de hambre y de frío. Me voy a acercar a ver si no es agresiva.

La perra se deja hacer, resignada, con ojos cargados de tristeza, ignorando que como en los cuentos de hadas, repletos de buenos hechizos, su vida acaba de dar un vuelco.

Para su sorpresa, las dos mujeres le hablan con cariño, la arropan, trasladan, bañan y secan, y la ponen abrigada, en una casita confortable; y junto a la misma, agua y comida. Temerosa y débil come y bebe hasta quedar saciada. Cuando se tumba, se estremece al sentir que le ponen una manta por encima.

 

Después de todo, puede que los milagros existan, piensan sus rescatadoras, y por eso, deciden llamarla Mila.



domingo, 4 de febrero de 2024

Ataque de obsolescencia

Nos cuesta perder o desprendernos de aquello que amamos, y sentimos rabia cuando nos lo arrebatan. Eso de que exista un límite para que las cosas se estropeen me parece sumamente injusto, no sólo para quien se queda sin ello, sino también para el planeta. 


Yo que estaba tan contenta con ellas... pero mi alegría se esfumó, como se pierden las ilusiones cargadas de inocencia.

Tenían un par de años y quizá podía haberlo evitado de alguna manera, pero no se me ocurre cómo.

Regreso apresurada a casa, en parte porque llueve racheado, pero sobre todo, porque quiero averiguar qué pasa.

Me descalzo tras entrar chapoteando. Siento los pies húmedos, y me acomodo en una silla, abatida, para cerciorarme de lo que ya se, que tengo los calcetines empapados.

Mi siguiente paseo lo haré cuando deje de llover, hacia el contenedor de los plásticos, para lanzar en él, mis queridas botas de agua que inexplicablemente, tienen unas grietas en los laterales del empeine. Supongo que a las botas de agua también les ataca la obsolescencia programada. Qué rabia da perder las cosas de las que nos enamoramos.

jueves, 4 de enero de 2024

Silencio

Asocio diciembre y enero como unos meses cargados de bulla, como el sonido que produce la lluvia cuando cae con fuerza, o la tele cuando no sintoniza ningún canal; y me ha dado por pensar en justo lo contrario, en esos silencios que pululan a ratos, en la intimidad del hogar.  

En esta ocasión el texto va dedicado a mi compañero Ángel, por ser como es, aventurero, solidario, amante, crítico, lector, amigo, trabajador, empático, cariñoso... y la lista seguiría.

Gracias a todos y todas por leerme. Alegres Reyes y salud para este 2024. Deseo repartir al mundo la felicidad, pero se me queda un poco grande. Y además creo, que cada uno debe trabajar sus propios méritos para alcanzarla, sin ponerse la meta muy alta.


No es una contradicción

pensar en el sonido del silencio,

pues en ocasiones se siente y se oye.

Se ama y se odia.


Unas veces palpita en soledad,

como cuando sales

y la casa siente tu ausencia,

y parece que resuenan tus pasos por la escalera

pero no eres tú, sólo tu sombra.


Otras, el silencio es sonrisa,

y lo sientes como risas

en mitad de la estación de pasajeros.

Como un eterno desfile de hormigas

que corretean por las manos que se entrelazan.


También es un grito de alegría,

cuando el beso adelanta al silencio

y rozas con los dedos los labios mudos,

llenos de felicidad.


A veces oigo tu voz que me llama,

y pregunto en vano al vacío

que me responde callando.

Casi no estás.


Cada día siento el silencio, lo escucho,

me enamora y me arropa

la sensación de tu presencia

y tu abrazo siempre fuerte.


Y es que me gusta el titilar silencioso

que a veces nos rodea,

que nos acompaña y enlaza,

porque es hermoso.

A ti, que siempre estás.