lunes, 5 de septiembre de 2022

Ladera abajo

Hoy me declino por un tema filosófico: Vivir con intensidad frenética o de manera contemplativa... Y es que a veces pienso, que el día no tiene suficientes minutos para que me de tiempo de hacer todo lo que tengo en mente. Y por eso, me preocupa que la vida se me escape sin llegar a disfrutar cada segundo. Y por otro lado, hacer relajadamente lo que te pida el cuerpo, también es un disfrute, y puede formar parte, de manera inconsciente o no, de lo que tienes en mente.¿Tú qué piensas?

 

Aquí arriba aún no hay mucha luz y nos rodea el silencio. Corro feliz dando saltos cortos sobre el herbazal seco. Parezco una cabra. La bruma se desliza ladera abajo, se toma su tiempo, despacio, enredándose en la copa de los árboles porque a esta hora todo late más despacio.

Desde hace rato escucho persistente y sin ritmo, cómo cacarea el pesado del gallo y el ronroneo fugaz de los coches que llega aquí escalando sobre la ladera.

Un conejo corre asustado al sentir mi presencia, de pronto se para, y se queda paralizado probando su estrategia de camuflaje, que funciona, pues es casi perfecta. Parece que forma parte del paisaje, de no ser porque le he visto correr antes no sabría que está por ahí. Bueno, por eso y porque llevo oliéndolo desde hace rato.


Los matojos de hinojo salpican la pendiente con sus florecitas amarillas, que al arrullo de la brisa impregnan con su aroma el campo, mientras que las vainas de las retamas, secas como dedos de brujo se balancean para asustarme, pero no me dejo impresionar, de manera que les ladro.

Yo a lo mío, otra carrerita. Un par de vueltas más, creo que me gusta este sitio, a ver... por aquí... parece que no, un poco más abajo... creo que por aquí, ah, si, si, si... este sitio me gusta. Uf, qué alivio, ya no podía más. Bueno, zona abonada y justo a tiempo porque se oye a lo lejos la campana. Y salgo disparado porque mi cuenco ya estará lleno.