jueves, 4 de febrero de 2021

Bolsillos

Qué tendrán los bolsillos, que guardan las cosas más variopintas en su interior, siempre a resguardo de ojos ajenos como si de tesoros se tratara. En los bolsillos encontramos, igual que en los bolsos o las carteras, algo que en su día depositamos allí para no perderlo, pero que en muchas ocasiones, precisamente, quedan allí olvidados.


Como todos los días tras el desayuno se prepara para ir al trabajo, aunque hoy no es como cualquier día, pues a partir de esta noche, todo será distinto, pero igual de monótono al mismo tiempo.

Mira por la ventana y observa los árboles que en fila india amanecen anclados junto al bordillo de la calle. Vive en un lugar agradable o al menos es lo que le dice todo el mundo, aunque todo el mundo también opina y da ideas que quedan suspendidas en el aire, sobre todas las maravillas que podría hacer cuando llegara el día de hoy y él no lo tiene tan claro. Desde hace muchísimo tiempo, no conoce otro ritmo de vida, mas que el de levantarse con la idea de ir a trabajar, y por más vueltas que le da, no se le ocurre nada plausible para llenar las horas del día.

Abre la ventana para que entre un poco de aire fresco. El frío de febrero araña más de lo acostumbrado esta mañana, de manera que antes de salir coge sin saber muy bien por qué, uno de sus viejos abrigos, quizá porque se siente también viejo y usado, como le ocurre a la ropa cuando lleva muchos años con nosotros. Cuando te la pones no se nota tanto, pero en cuanto te la quitas se ve lo ajada que está, justo como se siente él hoy. No recuerda cuándo fue la última vez que se lo puso, pero tampoco importa. Debería meterlo en una bolsa y llevarlo al contenedor, pero se mira al espejo, se encoje de hombros, suspira y se lo deja puesto.

Mientras camina piensa en que pronto quedará en el olvido la despedida que le hizo la filial por sus años de servicio, y en un lapsus temporal su paso por la empresa sin vestigio de su existencia. Ya no volverá a recorrer este trayecto nunca más y se le hace raro, y más raro se le hace sentir un nudo en el estómago mientras contempla la acera. ¿Se estará convirtiendo en un sensiblero? o ¿será que va a empezar a hacerse viejo de golpe a partir de hoy? Es uno de sus mayores temores aunque no lo reconoce ante nadie.

Uf, vaya frio, a lo mejor no fue muy buena idea elegir este abrigo, y acto seguido introduce las manos en los bolsillos. En uno descubre un pañuelo de papel usado y acartonado, que se apresura a tirar en el contenedor, pero en el otro. ¿Qué es esto? Y saca una flor marchita y amarilla. La contempla sin dejar de caminar intentando hacer memoria de qué hace allí. Y de pronto lo recuerda y una sonrisa se dibuja en su rostro. Ya sabe lo que va a hacer mañana y durante las siguientes mañanas, y con energías de pronto renovadas, se dispone a enfrentarse a su futuro.

Las posibilidades son infinitas ¿A qué crees que dedicará el tiempo nuestro personaje tras encontrar la flor en el bolsillo?