No me puedo quitar de la cabeza la catástrofe de Valencia y zonas aledañas, perdonen que los cite aquí. Abrazos de corazón para quien los necesite.
La niebla lo llenó todo muy de mañana, en silencio,
envolviendo las ramas, las hojas y el tronco con delicadeza,
como se posan los pájaros sobre los tallos.
Quedó envuelto así durante horas, quieto, suspendido, sin brisa y sin frío,
sólo con la apacible humedad que todo lo empaña.
Al caer la tarde, la niebla se fue reptando,
dejando la hierba mojada de agua sin lluvia.
El árbol, mudo, siguió en su puesto con la oscuridad rondando.
No hay luna, la bruma escaló para esconderla montaña arriba.
Las nubes quieren ocultarlo todo y aún así,
puntitos luminosos aparecen dispersos en el cielo jugando a esconderse.
El avefría comienza su canto para avisar de la llegada del frío.
Y las sombras siguen su ritmo estridente como su canto,
avanzando a trompicones hasta que se dispersan.
Es entonces cuando como un escalofrío,
los seres de la noche salen en busca de su presa.
Es hora de arroparse
y dejarse llevar por el mundo inconsciente de los sueños hasta que amanezca.
¡Otoño!
ResponderEliminarAsí es... el otoño siempre cambiante
EliminarQué bella descripción, Flor, muy sugerente de la belleza de esa estación que ahora asociamos a desgracia. Ojalá pronto recupere la calma. Besos
ResponderEliminarTardará en llegarles el equilibrio como no puede ser de otra manera, porque el mal producido es enorme. Espero que aprendan de los errores, los que tienen responsabilidad sobre la actuación ante la catástrofe.
EliminarY hablando de otra cosa, a mí me encanta el otoño.
Gracias y un abrazo