Hay quien siempre es viejo, nace viejo y pasa la vida siendo un vejestorio, con mentalidad arcaica. Y también quien nace niño, y siempre, aunque su cuerpo envejezca, tendrá espíritu para vivir cada día con ilusión. Estos seres, son los más afortunados.
En la pesada tarde, las finas cortinas balancean sus flores que intentan escapar por la ventana.
¿Cuantos años tendrá esta casa?
La dirección es esta. Sigue insistiendo con el timbre, seguro que hay alguien porque tiene algunas ventanas abiertas.
Menos mal que corre algo de aire, porque con este calor hasta las cigarras se callan. Menudo otoño.
Toca otra vez.
Pero antes de hacerlo, una cabeza cubierta de rulos, se asoma por una de las cristaleras.
Ya vaaaa. Qué agobios. Hace calor, pero no es para tanto. -y murmurando por lo bajo- Y han tardado más de tres días en aparecer.
Cómo se nota que la doña está al fresco.
La puerta se abre y la señora ya sin rulos y con uniforme de asistenta, empieza a hablar sin apenas saludar.
Antes, bueno... ya no les esperaba. Los señores no están. A quien tienen que recoger es a la tía del señor. Le han dejado las maletas listas, y yo estoy aquí para atenderla.
Es una dama muy amable y no molesta nada. Solo que... bueno, todo empezó un día en el que al mirarse al espejo descubrió en él a una señora, y después, pues no había quién la sacara de la habitación. Decía que dentro, había una mujer que se escondía. Fíjense ustedes. Nos quedamos todos de piedra. Entonces, se dio orden de quitar el espejo, y todo volvió a la normalidad durante un tiempo.
Pero una noche, se empeñó en que no se iba a la cama mientras no se acostaran todos, y es que había descubierto a una señora muy arreglada en el salón, que la miraba muy fijamente y que le parecía una descortesía dejarla sola. -Ya les digo yo, que la señora tía del señor es muy cortés y afable- De manera que se taparon los espejos que estaban a la vista. Y la casa quedó como si viviéramos de luto permanente en la época victoriana, -siglo XIX, que una lee novelas románticas-. Y como antes, la vida siguió su curso, pero de nuevo, y cuando ya nadie se lo esperaba, una madrugada empezó a gritar en el baño porque había encontrado a una mujer a medio vestir frente al lavabo. Los alaridos de terror nos dejaron a todos sentados en la cama primero, y corriendo hacia el lugar desde donde provenían los gritos, luego. Y claro, fue la gota que colmó el vaso.
Pobre mujer, no se preocupe que la trataremos bien y estará cómoda.
Ella ahora sólo nos reconoce a ratos. La mayoría del tiempo está en su mundo, tejiendo. Los señores irán a visitarla pronto, pero no querían estar aquí... Ustedes me entienden.
Claro que lo entendemos. La vida a veces se vuelve desesperante y cruel.
Cuando por fin el coche arranca, la asistenta llorosa, dice adiós desde un balcón aunque nadie mira, y las cortinas floreadas siguen ondeando en la ventana.
Bonito, pero muy triste...yo ya no estoy para leer desgracias, Florita, que con lo que pasa a nuestro alrededor, tengo!...🥲
ResponderEliminarUn abrazo, 🤗
Holaaa. Lo siento mi niña, pero no siempre salen de mi cabeza historias alegres. Un abrazo 🤗
EliminarTan triste, como real por desgracia. Aún no existen mecanismos suficientes para atender, tanto a los enfermos, como a sus cuidadores que, la mayor parte de las veces, no tienen la energía, ni los conocimientos y, ni mucho menos los recursos. Ojalá, textos como el tuyo, sirvan para concienciar. Gracias Floren!!🥰
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