domingo, 4 de julio de 2021

El asesino

Nuestra vida sin altibajos aparentes, puede parecernos más monótona que la de los demás, la de aquellos que vemos tras el televisor o sobre los que escuchamos hablar en la radio, y que subsisten en un desatino continuo. En ocasiones nos dejan perplejos, indignados, o bien  felices, o asustados... En definitiva, nos hacen sentir y esas sensaciones que nos producen los devenires ajenos, nos crea una insana adicción por los males del prójimo; sin embargo puede que por no prestarnos a nosotros mismos, la debida atención, resulte que tengamos, sin saberlo, un auténtico despropósito en casa.

 


-Si me escondo aquí no me encuentran ni de coña-, y según lo hizo, los vio pasar, y cómo le buscaban girando a un lado y a otro las cabezas. Parecían loros y pese al miedo que sentía, tuvo que ponerse la mano en la boca para no soltar una carcajada ni gimotear de risa, casi le salían las lágrimas. Siempre que algo le aterraba pensaba en algo divertido. Era instintivo, le surgía sin pretenderlo, probablemente como mecanismo de defensa, lo que era un problema porque automáticamente la risa se le escapaba por la boca sin control.

-Parece que ya no se oye nada. Voy hacia el coche antes de que a algún lumbreras le de por volver-. Rompió la ventanilla y accedió al vehículo que tras muchos años de práctica, arrancó sin dificultad.

Se limpió las manos en el pantalón, pero no sirvió de mucho pues casi estaban secas. Las sentía calientes y pegajosas. Era lo que tenía la sangre y haciendo una mueca porque tenía inflamada la mejilla tras la última pelea, comenzó a silbar la melodía que se escuchaba por la radio. Pensó en el cadáver que había dejado atrás. Se merecía el fin que había tenido por egoísta y traidor. Nunca creyó que le resultaría tan fácil ir eliminándolos a todos, aunque el último había sido respondón. Se tocó la cara dolorida, que pusieran resistencia lo hacía más apasionante.

Sólo había avanzado unos doscientos metros cuando un fuerte impacto lateral lo dejó temblando y aturdido. En unos segundos tomó conciencia y comprendió que se había relajado demasiado -Pero cómo se puede ser tan zoquete- pensó-. Con lo bien que iba saliendo todo. Abrió a empujones la puerta y se lanzó al suelo al tiempo que sacaba el arma. Los avisos de la policía para que se entregara sin resistencia se oyeron al momento. -De eso nada monadas- y respondió con un par de tiros bien apuntados. -A ver si me llevo a unos cuantos por delante-.

No se percató hasta que casi los tenía encima, de que por detrás, otros efectivos se acercaban con sigilo. Disparó y ellos respondieron con saña. Cayó al suelo fulminado. Su corazón dejó de latir pero su cerebro aun se despedía y pudo sentir que lo zarandeaban con fuerza para comprobar si seguía vivo.

-¡Despierta, despierta!. Debías tener una pesadilla. ¡Menudos gritos y aspavientos!- 

Y mientras se tocaba la mejilla, sudoroso y aún con el susto en el cuerpo, regresó a la vida tomando conciencia de su tremendo dolor de muelas.



 

2 comentarios:

  1. Que relax que fuera una pesadilla, jajajaja. Porque estaba metido en una buena. Me ha recordado una buena novela "Verónica decide morir" de Paulo Cohelo, donde conoces cuando llegará la muerte de la protagonista en la primera página y te gustaría que no fuera así, que fuera un mal sueño. Gracias Floren por tu creatividad Me ha gustado mucho

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    1. Jajajaja, si... Mientras escribes te conviertes en un tirano de tus personajes pues los manejas a capricho. Cuando empecé a escribir la historia no tenía muy claro cómo iba a terminar, pero al final decidí que al pobre sólo le dolería una muela. Un abrazo Adela

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