El perjuicio de otros siempre se ve muy lejos... pero el mal llegó, se quedó entre nosotros, y todo cambió ante nuestra mirada
incrédula.
Así y todo, vamos sobrellevándolo gracias a que nos rodean pequeños súper héroes, y no me refiero a los de los cómics, la literatura o el cine, menciono a esas personas que en muchos casos pasan desapercibidas, a veces ninguneadas, pero que sin embargo, superan pequeños retos diariamente evitando así que todo se derrumbe, como los seguritas, barrenderos, limpiadoras, dependientas, bedeles, mozos, obreros, camioneros, taxistas... y podemos ir ampliando entre todo el abanico de profesiones y ocupaciones que existen. Ellos se mantienen fuertes, luchando contra el mal y el miedo. Desgraciadamente, también nos rondan los malos, los ruines, necios, insolidarios y negativos, pero por fortuna, aunque hagan ruido y daño, siguen siendo minoría.
Así y todo, vamos sobrellevándolo gracias a que nos rodean pequeños súper héroes, y no me refiero a los de los cómics, la literatura o el cine, menciono a esas personas que en muchos casos pasan desapercibidas, a veces ninguneadas, pero que sin embargo, superan pequeños retos diariamente evitando así que todo se derrumbe, como los seguritas, barrenderos, limpiadoras, dependientas, bedeles, mozos, obreros, camioneros, taxistas... y podemos ir ampliando entre todo el abanico de profesiones y ocupaciones que existen. Ellos se mantienen fuertes, luchando contra el mal y el miedo. Desgraciadamente, también nos rondan los malos, los ruines, necios, insolidarios y negativos, pero por fortuna, aunque hagan ruido y daño, siguen siendo minoría.
De madrugada termina acostado junto a
los abuelos. Y muy temprano, cuando el sol forma dibujos sobre el techo ahuyentando
las sombras, susurra al oído de la abuela -Quiero el bibi (biberón), el techo dice que ya es de día.
Vestido de súper héroe con una tela
amarilla por los hombros que hace las veces de capa y un antifaz
violeta como máscara, el paladín lucha contra los “malos” que
muchos o pocos, tarde o temprano terminan por rendirse ante el ímpetu del bien. De bandolera lleva un
teléfono de mesa tipo góndola, que vivió momentos mejores, con un
cable que cuelga sin clavija para enchufar, pero que a él no le da
problema alguno para conectarse con ayudantes y compañeros de
aventuras. Nuestro personaje tan pronto se convierte
en policía ¡guiguiiii, guiii, guiiii!, como en bombero o conductor
de ambulancias ¡naninoo, ni nooo, nii nooo!.
Por la tarde, agotado tras el no parar
entre juegos y risas, donde recortó, coloreó y reparó averías
imaginarias con herramientas de plástico y madera, y jugó con
coches, muñecos y trastos, se ve desprendido de pronto de su
sempiterna capa, máscara y teléfono, para recibir la necesaria
ducha. Y ya en la cena, con la capa recuperada, la abuela sonriendo
le comenta que de postre se va a comer un mini helado y él,
señalándose la barriguita, como hace tantas veces, le asegura que junto al ombligo le queda
aún un huequito, de manera que también quiere uno.
Luego, porque la oscuridad es fea, se
acuesta junto a la abuela en la cama grande para ver una peli de
dibujos hasta que se duerme, y el abuelo, en brazos, lo
traslada hasta su cama volando en sueños como el súper héroe que
es, allí lo arropan y con la delicadeza de un hada, la abuela
acaricia su mejilla y le da un beso de mariposa sobre la frente, para
que sus sueños sean siempre dulces como el polen, mientras, durante
un rato y sin decir nada, el abuelo lo contempla embelesado,
guardando en la memoria el momento, pues se acaba el fin de semana y
mañana regresará a casa con sus papás.
Las ilustraciones están trabajadas con lápices de colores y rotulador.
ResponderEliminarMenos mal que hay otras historias en paralelo y no todo lo ha trastocado el maldito coronavirus. Que bonito ese tiempo en el que éramos felices y nuestros problemas muchas veces se arreglaban llorando. Ese poso de tranquilidad ayuda a construir personas felices, ojalá todos los niños siempre vivieran esa experiencia y no otras. Además es evidente que los mayores que viven con estos super hééééééroes se contagian de ese momento y lo viven como ellos. Ole y ole por las familias que este entorno recrean.
ResponderEliminarEl mundo pese al obligado encierro sigue su curso, y los niños, si los dejamos, nos enseñan y ayudan a vivir gracias a su vitalidad e imaginación desbordante. Somos más felices con los niños-as y si conseguimos ser un poquito como ellos, ganamos mucho como personas.
ResponderEliminarUn abrazo
Los niños som increíbles, nos enseñan, nos regalan su alegría, su sonrisa y nos animan con su energía maravillosa.
ResponderEliminarA este superhéroe lo conozco yo😉 y es maravilloso😍
Así es, esa personita maravillosa la disfrutamos todos en la familia, y reímos con sus ocurrencias, aprendemos y nos volvemos también pequeños héroes.
EliminarQue bonito Floren hay ese nieto cuanta imaginación y como se aprende de ellos
ResponderEliminarGracias Fernando, los niños en sí son un cuaderno por escribir lleno de fantasía, y si los dejamos nos transportan con ellos a su mundo de colores y vivencias sin maldad donde la vida es mejor. Estoy segura de que la humanidad ganaría muchísimo si no olvidáramos, que alguna vez fuimos niños y la ilusión que poníamos en todo lo que hacíamos. Un abrazote
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