Querida tía, aquí ando haciendo
examen de conciencia del año que vamos a despedir, una costumbre tuya que me
veo repitiendo sin pretenderlo. La vida está llena de contratiempos y de
esperanzas que a veces mueren fulminadas nada más nacer, pero otras tantas bien
arropadas, prosperan y nos hacen dichosos por un tiempo en ocasiones brevísimo
pero enriquecedor.
Hace tiempo
que me planteo estas fiestas como unas vacaciones más, salvo porque pongo en la
sala de estar, un mini arbolito de mimbre con pequeños juguetes de madera y luces
parpadeantes, acompañado por unas cuantas velas que armonizan el entorno.
Aprovecho ésta época para podar las plantas que lo necesitan, y limpiar de
yerbajos y hojarasca la tierra para recibir el nuevo año con buenas
expectativas de crecimiento y floración. Reviso las tareas que tengo pendientes
y cuáles quiero emprender, siendo consciente de que me satisface finalizar lo
que empiezo.
Según el mes
avance llegarán las inevitables reuniones en las que veremos más gente de la
habitual y donde pienso que no hay que marcarse grandes expectativas, sino vivirlas
de forma moderada. Llegados a este punto, creo que lo mejor es dejarse impulsar
sin oponer resistencia aunque se estremezcan los cimientos de lo cotidiano.
Tiene su encanto que te vapuleen los encuentros con familiares, amigos y
conocidos, en unas ocasiones gratos y en otras no tanto, para volver a apreciar
de verdad la rutina diaria. Otro punto quisquilloso son las compras navideñas,
en las que no dejarse arrastrar es toda una filosofía de vida, pero que se
puede superar con éxito teniendo claro los gastos y la demanda. La mayoría de
las veces, se agradecen más los gestos o un obsequio sencillo que de verdad
vaya a apreciar quien lo recibe, que algo impersonal para salir del paso. Soy
de la opinión de que en esos casos, es mejor proponer terminar con esa
tradición y así te libras del compromiso para siempre.
Nuestro
tiempo es oro y así debemos vivirlo. Valorando la vida, a la familia y a los
amigos. Y como despedida, transmito a todos mi deseo para este fin de etapa: Que
pases una entrañable Navidad allá donde estés, y que el uno de enero de dos mil
diecisiete, amanezcas en el nuevo año soñado.
Muchos besos cubiertos de estrellas
dibufloren