lunes, 4 de noviembre de 2019

Lapsus mental

Todos poseemos ese don que nos permite percibir de manera casi tangible, la mirada de alguien clavándose en nuestra nuca, y cuando te giras para comprobarlo, efectivamente te tropiezas con unos descarados ojos que te siguen.

Sentía su mirada curiosa colándose entre las gotas que resbalaban por la ventana. Le sucedía siempre que cambiaba el tiempo y estaba seguro de que en nada podía afectarle la climatología, porque su vida hacía mucho que había terminado pues estaba reseco. Tan sólo  seguían firmes en su tronco, como brazos semiamputados, cortas prolongaciones carentes de corteza, el resto de las ramas, hacía ya muchos años que se habían desprendido.


Sin embargo, el alma del árbol que algún día fue aún seguía ahí, él podía sentirlo. En alguna ocasión le había ocurrido lo mismo con otros árboles, pero no con tanta intensidad como le pasaba con este.
Antes se preocupaba por ser capaz de notar este pulso latente, pero había llegado a la conclusión de que simplemente era más sensible que el resto. Seguro que existían más personas como él, pero que como le ocurría él, no iban a pregonarlo. También era consciente de que en ocasiones los anhelos nos confunden y que a esto se sumaba el deseo de que de verdad pudiera sentirlo. Además su gran imaginación tendría algo que ver, razón de más para quedarse callado.


Se masajeó la cara y los ojos, se sentía embotado, de manera que dejó el ordenador en pausa, cogió el chubasquero, salió afuera y se encaminó hacia el tronco repelado, miró a ambos lados del camino, no había nadie, entonces en un impulso, hizo lo que había deseado siempre, abrazó el tronco durante un rato hasta que sintió que las hormigas caminaban sobre sus manos como si formara parte de aquel esqueleto, entonces se separó, sacudió las extremidades para que los insectos cayeran al suelo y sonriendo, con energías renovadas, regresó a casa.

3 comentarios:

  1. Ilustraciones realizadas con acuarela y rotulador.

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  2. Los árboles son tan bonitos y dan tanta paz, que no me extrañaría que algún día alguien descubra que tienen mente y corazón. Que no se muevan, como nosotros cuando somos bebes, quizá advierta de que se han quedado estancados, pero sin embargo, puede que sientan, escuchen, nos miren y vean. A saber!!

    Y darle un abrazo a un árbol, algo o alguien siempre está bien -si el otro quiere claro jajajjajj-, nos llena de confianza y de fuerza.

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    1. Si, ya hay estudios en los que se demuestra que las plantas son sensibles al tacto o a la música y la voz. Otra cosa es que nosotros seamos capaces de advertir esas sensaciones. Nos creemos el centro del universo y todo lo medimos desde nuestro punto de vista, pero estoy convencida de que hay otras maneras de exteriorizar las sensaciones o los sentimientos, o ¿será también mi imaginación la que me hace pensar eso?
      Gracias como siempre por tus letras.

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