viernes, 9 de mayo de 2025

A Pablo

 

Había decidido no publicar este mes en el blog, pero de regreso a casa en el avión, me puse a escribir unas palabras.


Mi madre decía que el amor o la amistad, cuando se rompen, lo hacen como si fueran de cristal, y aunque se puedan juntar los pedacitos y pegarlos, siempre quedará la marca, como una cicatriz en el corazón; y que el mismo planteamiento nos sirve para muchos otros aspectos de la vida.

Pero no siempre se quiebra el amor por un desengaño, una mentira o una traición. También se rompe por una ausencia. Cuando esto ocurre, en cualquiera de los casos, nos tocará juntar los trocitos y aprender a vivir con los recuerdos que componen la cicatriz, para honrar, si es el caso, la ausencia del que ya no está, y vivir con dignidad, sin derrotarnos, hasta que sintamos de nuevo las ganas de pedalear con fuerza, como solía hacer Pablo, en lugar de dejarnos llevar.

Decirte adiós se nos hace cuesta arriba para todos los que te conocimos. Echaré de menos tus comentarios en el blog, tu risa espontánea y tus shows cuando nos juntábamos en grupo. Fuiste amigo de los amigos y me consta que buen compañero, y también un hombre honrado, con todo lo que implica la palabra. Un estupendo atleta, un aventurero incansable, y un ser alegre, solidario, sabio, y muchas otras cosas buenas que yo soy incapaz de resumir en pocas palabras.

Termino enviando junto con estas letras, un abrazo para reconfortar a los que se quedan y otro grande para ti, que has emprendido el viaje sin retorno que todos tenemos pendiente. Espero, al menos yo quiero pensarlo así, que puedas echarte unas risas con Guillermo y Coti, que marcharon antes que tú con la pandemia.


 Hasta siempre