miércoles, 4 de octubre de 2017

Estación





La vida es un continuo cambio, y casi siempre por una razón o por otra son necesarios. Hay quien los espera ilusionado y también quien los teme. Tendemos a acomodarnos y enseguida perdemos la visión general, no vemos la belleza y lo insólito de la vida que nos rodea; pero curiosamente, sí nos fijamos en lo que nos parece feo y negativo. Los cambios  a nuestro alrededor, aunque nos incomoden y nos vapuleen son buenos para desperezar mente y cuerpo, y enfrentarnos a lo desconocido o no, pues puede parecer engañosamente cotidiano, nos hace renacer cada día.


 Miro hacia la lejanía escudriñando el paisaje en la penumbra del alba. Todo duerme y la isla descansa sobre el océano cubierta por nubes de tormenta. Caen espaciadas grandes gotas que anuncian tempestad y nos recuerdan el cambio de estación.

La lluvia va cobrando fuerza y la brisa entre los árboles se convierte en aullido. El viento golpea también la costa con furia y en respuesta las olas trepan airosas por las rocas. Las gotas, abundantes ahora, rebotan contra el suelo dando la sensación de que también llueve hacia arriba.

La tierra agradece el agua y la bebe con ansia, casi con desespero. Entre las espesas nubes tímidos haces de luz recuerdan con brevedad que el sol sigue ahí.

Pasa el tiempo, el viento amaina, y el mar antes envalentonado, se va calmando. Ahora la lluvia cae sin virulencia, creando cortinas de cristales de agua emborrachando el suelo. Un estruendo lejano, seguido de un loco tamborileo más débil, advierte que la borrasca avanza hacia otro confín; y la lluvia tal como empezó, poco a poco cesa dejando tras de sí un paisaje limpio y casi cálido.
El sol tibia el campo y la vida despierta aseada entre el aroma a tierra mojada. Los pájaros cantan y se bañan en los improvisados charcos entre la broza, celebrando el milagro del agua que brilla tapizando la hojarasca de diminutos diamantes.


Llegó el otoño para quedarse un tiempo. Nos traerá cortos días de sol y largas noches de lluvia. La atmósfera irá cambiando, el suelo se pintará de naranja y dorado y en los montes de la isla nos abrazará casi sin darnos cuenta, el frío y húmedo invierno.