En octubre un coche
atropelló a nuestra amada Kora, un cairn terrier de once años, al que
nunca gustaron las bicicletas. Los días
que pasó ingresada la buscábamos inconscientemente por la casa, y nos parecía
que la veríamos aparecer por cualquier rincón.
Aún siento sus ojos tristes y vidriosos a causa del dolor clavados en
los míos. Para algunos sólo es y será un perro, pero para nosotros siempre será
una amiga y compañera fiel.
Las esperas, qué tendrán las esperas. Hay quien se
queda sentado mirando al vacío, sus manos, los zapatos…, quien pasea sin cesar
de un lado a otro, quien se pone a limpiar, a vaciar el bolso o la cartera,
quien no puede dejar de fumar aunque se había prometido no hacerlo o ser más
comedido. Quien se hace reproches sin cesar, quien se lamenta, quien inculpa…
Los hay que no paran de hablar y quienes no pronuncian
palabra. Los que miran al televisor sin ver nada… o incluso se adormecen. A otros
les da por escribir o por pintar como a mí, o por hacer crucigramas o sudokus. Trabajar
en el jardín, podar, regar…, escuchar música, bailar. Algunos hacen yoga o
algún tipo de ejercicio. O bien miran por la ventana a la gente que pasa
ausente por la calle…
Nadie queda insensible ante la espera. Cuando la
demora ha sido mucha y por fin el desespero termina, la información ansiada nos
impacta aunque las noticias no sean malas y te quedas aturdido durante un
momento hasta que la mente lo asimila y tus emociones afloran.
Nos pasamos el tiempo esperando, anhelando el momento
para esto o para aquello, aguardando el instante más oportuno, ansiando que…
confiando que… La vida es una continua espera, pero mientras transcurre debemos
deleitarnos con cada instante, siempre tropezaremos con oportunidades y
ocasiones irrepetibles con las que llenar nuestras vidas de momentos buenos,
dejando a un lado las penas y tristezas que todos sobrellevamos.
Frente a mi casa, es el cuarto perro que atropellan, la suerte no ha querido nunca que sea una persona y
seguimos deseando que así sea. Por la vía no se puede exceder de los treinta
por hora al ser zona escolar, pero si se te ocurre ir a esa velocidad, el de detrás oscila de un
lado a otro desesperado, o se pega a tu maletero exigiendo que te apartes para
poder ir más deprisa. Es una lástima que para algunas cosas hayamos perdido la paciencia y con ella, la prudencia.
Pasado ya el peligro y tras dos intervenciones, Kora sigue viva aunque arrastrará algunas secuelas .
Las ilustraciones las realicé con acrílicos sobre papel de grano grueso y para terminar, el toque digital que le doy siempre.
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