sábado, 4 de junio de 2022

Tres eran tres

Al nacer recibimos una serie de gracias (o no) que no nos hemos ganado, pues es el ADN quien nos las  aporta, y casi siempre lo ignoramos a posta. Todos hemos oído eso de “qué fea es”, o mira “qué bajito”, como si el ser del que hablamos se mereciera el aspecto que tiene, o también lo de "es un bellezón", cuando el personaje tampoco ha hecho nada para merecerlo. Es como nacer rico o nacer pobre. Somos poco objetivos cuando se trata del prójimo o incluso de nosotros mismos. Y  es que aprender a aceptarnos que no es lo mismo que a conformarnos, es sumamente importante.

Tres eran tres dice esta historia, Croa, apodado “el rana” porque siempre tenía hipo, su amigo Mago, amante de la magia y Cesa, que sabía de cuentos clásicos y tenía fama de habladora.

Que Croa hipara continuamente, resultaba gracioso cuando era pequeño, pero había crecido y ahora era raro el que no lo miraba con enojo cuando llevaba un rato escuchándolo; sin embargo, a su amigo Mago que era sordo, como era lógico, no le molestaba ni lo más mínimo. A Mago sin embargo, le fastidiaba no poder escuchar sus propios conjuros, hecho que él creía de suma importancia, pues no confiaba, en que si no los podía oír, surtieran efecto. 

Así que los dos compañeros, preocupados por lo que consideraban graves defectos, andaban siempre medio cabizbajos, y solían pasear sin rumbo fijo en lugar de emplear el tiempo jugando, por ejemplo, o disfrutando del buen día que tenían por delante.

Una tarde en la que como siempre, no miraban al frente, tropezaron con Cesa que en pleno monólogo, enlazaba un cuento detrás de otro para unos pájaros que la ignoraban completamente. Enseguida los tres conectaron muy bien, charlaron cada uno a su manera y se pusieron al día sobre sus anhelos y desgracias.

Cesa, tras una larga perorata de cuentos locos, propuso  besar “al rana" para acabar con lo que podía ser una maldición. Mago, envalentonado, pensó en un conjuro nuevo, mientras Croa, atónito y entre hipidos no se podía creer lo que estaban planeando.

Llegado el momento, Cesa le dio un sonoro beso a Croa, al tiempo que Mago haciendo aspavientos con las manos juraba en silencio, pero pasados unos minutos no ocurrió nada y Croa siguió hipando lastimosamente. 

Se desanimaron por completo, ignorando que el mundo de los deseos necesita su tiempo, y así fue en esta ocasión en la que pasado un buen rato de espera, una nube tapó el sol ensombreciéndolo todo y un ruido proveniente de la copa de los árboles los dejó medio moscas, sobretodo porque a continuación, ¡Pum!, un gran coco, venido de no se sabe dónde, cayó sobre la cabeza de Croa, dándoles un gran susto.


Tras el accidente, se hizo el silencio porque hasta Cesa dejó de parlotear. Y al cabo de un rato, fueron conscientes de que en cierto modo todo había salido bien. Croa, tras el susto, aunque con un gran chichón en la cabeza había dejado de hipar,  Mago estaba convencido de que el conjuro había funcionado sin necesidad de hablar, y Cesa, había puesto en práctica aquello de “besar a una rana” y guardar silencio durante un rato sin que pasara nada.

No sabemos si fue cosa del azar, si sus deseos se cumplieron por arte de magia, o por poner mucho empeño y buscar remedio, pero de aquel exótico bosque, salieron tres amigos nuevos y sin complejos.


11 comentarios:

  1. Las ilustraciones son acuarelas con un toque digital.

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  2. Una historia bellísima y dulce, con una gran moraleja.

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  3. Muy bonito !!como todos los que escribes.😘😘

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  4. Aprender a conocerse y aceptarse lleva su tiempo, pero siempre es màs enriquecedor encontrar amigos con los que compartir el proceso. Lo primero que tendrían que enseñarnos es a querernos a nosotros mismos, que es tan importante como respirar

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    1. Querernos a nosotros mismos, resulta a veces lo más difícil. Aceptar nuestro físico o nuestra forma de ser en gran medida depende de las personas (amigos o familiares) que nos acompañan desde temprana edad, y de si recibimos refuerzos positivos o no en esa relación. Y también del empeño que pongamos nosotros en amarnos y amar.

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  5. El coco y la suerte de salir a buscar soluciones para los problemas, porque estos no vienen a casa.
    Si todos fuéramos iguales y perfectos ni el coco nos daría la felicidad.

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    1. Hay que sacudirse la negación y hacer por uno mismo y por los demás. Buscar soluciones y no desesperar.

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