martes, 4 de mayo de 2021

Hasta la luna y más allá

Unos disfrutamos más que otros de la fantasía, sobretodo cuando somos niños, pues de adultos, ser fantástico según para qué cosas, no se considera saludable; pero qué divertidos son los momentos en los que desatamos la imaginación, recordamos el sueño loco que acabamos de tener, o bien, observamos a los niños mientras juegan. Ellos, entretenidos, se aislan de los mayores adentrándose en otra dimensión, donde la mayoría de nosotros ya no somos capaces de vivir con la misma intensidad e ilusión la magia de soñar despierto.

Es primavera, tiempo de abono, siembra y de arrancar malas hierbas. El niño observa sin perder detalle cómo según va arrancando el herbazal, este cae tras el hombre sin orden ni concierto. Con una sonrisa pícara se acerca a los hierbajos para ir recogiéndolos y hacer un montón como le han enseñado.

Le gusta estar en la huerta, porque allí puede tocar la brisa que se escapa entre sus dedos, abrazar los árboles que le susurran secretos y estirarse sobre el suelo a contemplar cómo juegan las nubes, y porque sabe que muy adentro, chisporrotean fantasiosos sus sueños.


-Haré una montaña de hierbas, alta, alta, alta, para subirme encima y tocar el universo con la punta de los dedos, -le dice el niño estirando un brazo todo lo que puede hacia el cielo. -O no, mejor será un cohete espacial para navegar entre las estrellas y visitar la luna y los planetas. -Y mueve los brazos haciendo aspavientos. -Shhummm, shhummm -Y continúa feliz añadiendo hierbas al montón, protegido del sol por el ala ancha de su gorra ante la sonrisa doblada del abuelo.

Al cabo de un buen rato el pequeñajo está dando vueltas alrededor de los árboles, en vuelo rasante entre los astros. Hay “malos” a los que persigue, dispara y le disparan. Se esconde y reaparece por donde no lo esperan... En uno de estos giros alrededor de la luna siente que una mano enorme le agarra por el hombro. -Aaahhh -grita. Lo quieren atrapar en un ataque sorpresa por la espalda. El susto casi le hace perder el control de los mandos, pero consigue dar un salto y volverse para enfrentarse al extraterrestre.


Entonces descubre la voz amiga y la cara sonriente del abuelo que le dice -Aterriza y baja de la nave descubridor de estrellas, vamos a merendar bajo el castaño y a refrescarnos.

Y el niño frena y se sienta a compartir el aperitivo mientras se miran y sonríen, acompañando silencios apoyados en el árbol.

-Bueno, terminamos de hacer un buen montón de hierbas y por hoy se terminó el curro. -Le dice el hombre.

Y con la barriga más alegre, acaban y se van cogidos de la mano, nieto y abuelo, con el halo de camaradería que produce compartir cada uno a su manera, el espacio sideral.

4 comentarios:

  1. Para las ilustraciones empleé flor seca prensada y acuarela.

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  2. Hola, ¿tú eres la ilustradora de La chica del Ajenjo? Me gustaría pedirte un favor, ya que tengo que armar una semblanza tuya y no he conseguido mucha información, si por favor me escribes al correo te explico un poco más.

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    1. Si, ahora te escribo por email. Un saludo

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    2. Hola, no me deja acceder a ningún correo, te envío el mío por aquí para poder ponernos en contacto.
      dibufloren60@gmail.com

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