miércoles, 4 de noviembre de 2020

¿No te huele?

Hoy escribo una carta que puede parecer un arrebato o el reflejo de que estoy deprimida, pero no, sólo retrato lo que nos decimos unos a otros cuando hablamos sobre los dirigentes políticos, que según juran el cargo se olvidan de que el asiento que ocupan se lo dimos nosotros.


Probablemente ninguno de ellos leerá estas letras. Yo los supongo durmiendo tranquilos, (algunos incluso sentados en sus escaños), faltos de empatía, pues pensar de verdad en las necesidades del prójimo está mal visto. Hay que ser un depredador, un listo y comer antes de que te coman, poner la zancadilla si es posible, reír burlonamente, mostrarte fuerte e implacable. En el mejor de los casos les oímos decir que la nación es lo primero aunque casi siempre les gane el ego pues les encanta escucharse, rebatir al otro y sentir los aplausos de los “suyos”, pero pocos construyen o dan soluciones prácticas. Y quiero dejar claro que no hablo de ninguna inclinación política, hablo de todos en general, y es una pena que generalice pues no todos serán iguales, pero es la imagen que dan, en un mundo donde la figura y la presencia lo es casi todo, los actos y las actitudes los delatan. Y es que son fachada, se asientan donde nada les afecta para que nos les llegue el olor. Sí, digo bien, el olor, porque entre ellos huele a humedad y a rancio (no sólo entre la clase política española), a pataletas de señoritos, a abolengo trasnochado, a putas finas, a falsedad y a muchas otras cosas que hieden.

Y mientras, entre la población sin recursos, sin trabajo ni atenciones dignas, huele a pobreza, a miseria, a dolor y a pena, a falta de higiene, a sudor, podredumbre y a viejo, y eso, oiga, eso molesta, y los imagino pensando que si hay que pasarse a la otra acera para no rozarnos con ellos, con los sin trabajo, los pobres, por si algo se pega, pues se cruza la calle, se les ignora y asunto resuelto.

Y a mí me llega vaporizado el olor a desánimo, a retroceso porque no se avanza, a desengaño, a llanto silencioso y a impotencia, y de esta triste manera me envuelvo el corazón y el alma con una toallita hidroalcohólica, para al menos durante un rato, sentirme engañosamente a salvo.

No espero respuesta, pero ojalá se revolvieran todos en sus asientos y provocara la hecatombe y lograran caminar juntos, porque los que nos representan son numerosos y podrían si de verdad se lo propusieran, aportar soluciones ante los desafíos que tenemos delante que son graves y muchos. Necesitamos políticos serios y coherentes, ahora más que nunca, que ofrezcan soluciones para el conjunto, no para unos pocos.


Un saludo