jueves, 4 de junio de 2020

Invento

Hace tiempo que empecé a preparar este texto, simplemente porque un día me levanté con la idea rondando mi cabeza, (me ocurre a veces) así que tras documentarme un poco, escribí lo que desordenadamente se paseó por mi cerebro como hago siempre. El otro día lo rescaté, ahogado entre las páginas de mis libretas y tras reanimarlo, este es el resultado.

Muchos despotricamos porque crea adición, nos somete, nos vigila y nos hace dependientes... Como digo, nos quejamos porque el sonoro aparato no deja de hacer tip, chic, sing, pop o emitir canciones de moda o música de lo más variopinta, y lo hace todo el tiempo, sin importarle la hora ni tus circunstancias. Y no hablemos si alguien te agrega a un grupo, entonces y de repente, te llueven los emoticonos y emojis unos absurdos y otros no, y los vídeos, algunos de dudoso buen gusto.
En fin, lo que digo, es un tirano y casi un sociópata que carece de empatía, pero...


Durante estos meses de confinamiento, la soledad de tantas horas vacías, encerrados entre cuatro paredes, algunos sin compañía, sin empleo en muchos casos y sin recursos, con miedo a perderlo todo porque el dinero se acaba y hay que comer, o a contagiarse con la enfermedad que campa a sus anchas tras la puerta, o preocupados por el ser querido que está hospitalizado y no podemos visitar; si no hubiera sido por el teléfono fijo o por el móvil, la casa, pequeña o grande, nos hubiera comido, nos hubiera absorbido como quien bebe caldo en una madrugada fría. Así que debo loar su utilidad en su justa medida porque nos ha salvado, nos ha rescatado de la depresión que conlleva el encierro.

Además ha creado lazos que aportan una sonrisa entre desconocidos, por pura necesidad mental, porque en ocasiones la voz al otro lado será la única voz amiga con la que mantendrá una conversación en todo el día. De igual modo ha servido para mantener en contacto virtual a los grupos de amigos y de familias, eso sí, cada cual desde su casa. También ha acercado a aquellos que por el motivo que sea se distanciaron y ahora han podido escucharse de nuevo e incluso verse, algo impensable hace pocos años.


Asimismo nos ha permitido trabajar, resolver dudas y consultar mil preguntas, y ahora que otra vez nos atrevemos tímidamente a pisar fuera de casa, de nuevo retomamos sus habilidades para situarnos geográficamente, decirnos cómo llegar más rápido a nuestro lugar de destino, llevarnos la agenda, despertarnos del dulce sueño, servirnos de espejo, linterna, cargar con la lista de la compra y otras tantas cosas más que ahora no voy a citar. De manera que sí, puede crear dependencia y convertirse en una máquina autoritaria y déspota, pero sólo si nosotros se lo permitimos, así que en su justa medida, creo que es de los mejores objetos que el ser humano ha imaginado; desde aquí les mando mi felicitación a todos aquellos que decican su vida a crear, en este caso inventos, para facilitarnos la vida.

Y para ser honestos debo aclarar pues la mayoría lo desconoce, que el teléfono lo inventó un señor llamado Antonio Meucci en 1854, pero por problemas económicos no pudo patentarlo, de manera que Alexander Graham Bell fue quien lo patentó en 1876 y se llevó toda la gloria.