Hace tiempo que empecé a preparar
este texto, simplemente porque un día me levanté con la idea
rondando mi cabeza, (me ocurre a veces) así que tras documentarme un
poco, escribí lo que desordenadamente se paseó por mi cerebro como
hago siempre. El otro día lo rescaté, ahogado entre las páginas de
mis libretas y tras reanimarlo, este es el resultado.
Muchos despotricamos porque crea
adición, nos somete, nos vigila y nos hace dependientes... Como
digo, nos quejamos porque el sonoro aparato no deja de hacer tip,
chic, sing, pop o emitir canciones de moda o música de lo más
variopinta, y lo hace todo el tiempo, sin importarle la hora ni tus
circunstancias. Y no hablemos si alguien te agrega a un grupo, entonces y de
repente, te llueven los emoticonos y emojis unos absurdos y otros no, y los
vídeos, algunos de dudoso buen gusto.
En fin, lo que digo, es un tirano y casi un sociópata que carece de empatía, pero...
En fin, lo que digo, es un tirano y casi un sociópata que carece de empatía, pero...
Durante estos meses de confinamiento,
la soledad de tantas horas vacías, encerrados entre cuatro paredes,
algunos sin compañía, sin empleo en muchos casos y sin recursos,
con miedo a perderlo todo porque el dinero se acaba y hay que comer,
o a contagiarse con la enfermedad que campa a sus anchas tras la
puerta, o preocupados por el ser querido que está hospitalizado y no
podemos visitar; si no hubiera sido por el teléfono fijo o por el
móvil, la casa, pequeña o grande, nos hubiera comido, nos hubiera
absorbido como quien bebe caldo en una madrugada fría. Así que debo
loar su utilidad en su justa medida porque nos ha salvado, nos ha
rescatado de la depresión que conlleva el encierro.
Además ha creado lazos que aportan una
sonrisa entre desconocidos, por pura necesidad mental, porque en
ocasiones la voz al otro lado será la única voz amiga con la que
mantendrá una conversación en todo el día. De igual modo ha
servido para mantener en contacto virtual a los grupos de amigos y de
familias, eso sí, cada cual desde su casa. También ha acercado a
aquellos que por el motivo que sea se distanciaron y ahora han podido
escucharse de nuevo e incluso verse, algo impensable hace pocos años.
Asimismo nos ha permitido trabajar, resolver dudas y consultar mil preguntas, y ahora que otra vez nos atrevemos tímidamente a pisar fuera de casa, de nuevo retomamos sus habilidades para situarnos geográficamente, decirnos cómo llegar más rápido a nuestro lugar de destino, llevarnos la agenda, despertarnos del dulce sueño, servirnos de espejo, linterna, cargar con la lista de la compra y otras tantas cosas más que ahora no voy a citar. De manera que sí, puede crear dependencia y convertirse en una máquina autoritaria y déspota, pero sólo si nosotros se lo permitimos, así que en su justa medida, creo que es de los mejores objetos que el ser humano ha imaginado; desde aquí les mando mi felicitación a todos aquellos que decican su vida a crear, en este caso inventos, para facilitarnos la vida.