viernes, 4 de octubre de 2019

Si te quedaras a oscuras

El reciente apagón en la isla de Tenerife, donde vivo, me dejó meditando sobre nuestra dependencia a ese bien común. Aproximadamente un millón de personas, pasamos unas horas sin electricidad, internet, ni teléfono y todo se paralizó, desde los semáforos hasta los pagos con datáfono. La isla se quedó aturdida y sus habitantes descolocados y desamparados, encerrados en ascensores, garajes ... 
La penumbra puede resultar agradable cuando es lo que buscas pero la oscuridad, eso ya es otra cosa.

Tanteando llega a la cajita de madera y la abre, allí guarda un viejo cromo, unas cuantas monedas, una caja de fósforos (cerillas) y ahora seis puritos que deposita con cuidado.

Tras asearse y desayunar, coge el bastón blanco que tiene plegado y camina por el pasillo rozando la pared suavemente con el dorso de la mano, va ligero, con la seguridad que otorga el espacio conocido. Sale a la calle y mientras despliega el bastón siente que se acerca alguien. —¿Está oscuro el día? —No, qué va, está espléndido y luminoso.  —¿Necesita ayuda para cruzar? —No, voy bien así, gracias, y susurra, para mí que estaba sombrío.

Cruza la calle con el bastón oscilando de un lado al otro sobre el suelo y una mano apenas levantada, de forma imperceptible pero alerta. Se orienta guiado por el recuerdo de tiempos mejores en los que todavía podía ver. Compra el pan, pero ya no compra el periódico pues su padre está muy anciano y ese placer lo tiene olvidado.  A él también le gustaba leerlo. Luego regresa a casa envuelto en su oscuridad.

Pasa la mañana en los quehaceres diarios que todavía es capaz de hacer. Luego regresa a su habitación, pone la radio que ahora es su eterna compañera, y saca la bolsa con las minúsculas piezas con las que arma unos barcos fabulosos frutos de su imaginación y comienza a crear hasta que considera que la ropa que tendió antes ya estará seca. Aparta todo con cuidado pero no puede evitar que algunas piezas se caigan al suelo y a tientas recoge algunas, le pasa lo mismo con las trabas (pinzas) de la ropa. Repite el paseo por el pasillo y sube a la terraza. Se queda un rato apoyado sobre el muro paladeando un purito que sacó antes de la caja.
Le gusta escuchar el sonido de los pájaros y de los coches porque así le parece que de verdad puede ver la calle. Después baja la escalera haciendo malabarismos con la cesta cargada de ropa y se detiene a charlar un rato con el cuidador y con su padre.

Después de comer se va a dormir la siesta que habitualmente hace muy largas. En ocasiones no llega a dormirse, sino que pasa el tiempo tumbado rememorando el pasado. A veces es consciente de que confunde los recuerdos, que imagina momentos que jamás podrá vivir y lo peor de todo, cree que pasaron de verdad.
Cuando decide levantarse se va a regar el jardín. Para comprobar que todo queda mojado, toca la tierra pues siempre se le escapa algo. Levanta los brazos buscando algún fruto de la chayotera -Planta trepadora cuyo fruto (chayote) es comestible -, y los lleva a la cocina.

De vuelta a la habitación, saca de nuevo la caja y tras abrirla, toca todo lo que hay dentro, el cromo desgastado en el que apenas se distingue nada, pero que él puede ver, las monedas a las que da vueltas entre sus dedos para asegurarse de su valor y los puritos. Pone uno en el bolsillo de la camisa , enciende la radio y se tumba otro rato, no le apetece construir barcos.

Tras la cena subirá de nuevo a la terraza, para respirar el ambiente cargado de humedad y de aromas conocidos e imaginará la luna mientras fuma a su manera, porque nunca se traga el humo. Tiene todo el tiempo del mundo.

Al bajar, el abuelo -como le gusta llamarlo cariñosamente - ya se va a la cama. Bromean e intercambian algunas frases. Después, el cuidador le comenta las noticias del día, él en su interior reconoce que ya no le interesan como antes, sólo alguna que otra cosa extraña que pasa, pero eso no se lo va a decir. De vuelta a su habitación enciende de nuevo la radio para llenar el silencio. Probablemente se quede hasta bien entrada la madrugada construyendo sus embarcaciones. Le da igual que sea de noche o de día, para él no hay cambio. Toca la caja, todo está en su lugar. El reloj de pulsera le dice que son las diez y media de la noche y aunque mañana desarme lo construido, sus manos comienzan a crear.






3 comentarios:

  1. Ilustraciones: Grisalla, acrílico, lápiz de color y un toque digital.

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  2. Cualquiera podemos hacernos a la idea a través de multitud de vídeos, de lo que se ve a vista de pájaro, o bajando como un buceador a las profundidades marinas, o al salir a la estratosfera, o al subir a la montaña más alta, o podeos cotillear qué hacen los demás viendo una película.
    La oscuridad continua será muy dura, pero conocido es que la naturaleza es sabia y las personas que no ven desarrollan más otros sentidos como el oído, el olfato, el tacto y por supuesto la imaginación. A saber, que nos estamos perdiendo que ven los ciegos, que advierten en los gestos los sordos, que llegan a comprender los que solo mueven su mente (Stephen Hawking) … La naturaleza es muy sabia y busca soluciones a cada complicación.

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    1. Somos capaces de cosas increíbles en el buen y peor sentido de la palabra. Yo prefiero quedarme siempre con el lado positivo. No nos suele gustar la oscuridad pero también ahí anidan cosas hermosas, como la luna enorme y resplandeciente o el cielo lleno de estrellas. Siempre hay puntos brillantes a nuestro alrededor, las personas, los animales, las plantas, son algunos de ellos. Y en nuestro interior hay una riqueza enorme que haciendo un mínimo esfuerzo todos somos capaces de descubrir y que nos puede guiar para ser capaces de ver más allá de lo imaginable.

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