Tenemos la fortuna de poder seguir adelante, disfrutemos cada instante y hagámos si cabe, todo mejor que en el pasado, con eso podemos darnos por satisfechos. En cualquier caso, yo me considero una persona con suerte, porque sigo acompañándolos en este viaje.
Por una vida mejor para 2019
Buscando entre lanas y ovillos que
guardo en grandes cestos, encontré dentro de una bolsa un mantel
individual que en su día fue un retal de muestrario de los que
utilizaba papá en su trabajo. El estampado, sobre fondo beis no es uniforme y por
un lado crea una franja de flores que luego se van dispersando como
ocurre habitualmente en los diseños para cortinas. Mamá le estaba
confeccionando a ganchillo un remate, en parte por entretenerse en
sus ratos de ocio y en parte por darle un toque único. A ella le gustaba embellecer su entorno, a
veces recolocando objetos, otras llenando la casa de flores y
plantas o como en este caso, realizando un encaje a ganchillo para un
mantelito, porque el amor se siente así flotar entre las cosas.
He buscado una aguja de ganchillo adecuada
y me he puesto manos a la obra para terminar lo que ella empezó. De vez en
cuando me paro a contemplarlo y paso la mano por encima intentando
sentirla. Ella también posó sus manos en él y como yo, las deslizó
a lo largo del borde, donde como dientes separados el hilo amarillo
forma ya parte del tejido. La vi repetir
este gesto muchas veces y sonrío porque sé que estaría conforme con que lo rematara y lo pondré al uso pues es lo que haría
ella, le gustaba utilizar las cosas.
Nunca tuvimos conversaciones profundas
y pocas veces intercambiamos ideas que se salieran de la charla del día a día y de las vivencias cotidianas, pero cuando sus grandes ojos azules me miraban,
intuían todo lo que necesitaba contarle. A algunas personas les
cuesta expresar lo que sienten y mamá era una de ellas.
Siempre añoré tener otro tipo de
relación con mi madre, pero ahora la comprendo, ahora que revivo el
pasado veo el nexo de unión que había entre mamá y yo a través
de las labores, ahora entiendo que también hablábamos con las
manos, con el lenguaje corporal, los gestos, la mirada, la boca... y
a través de los silencios, conseguido ese punto, nos rodea el
cariño, la confianza y las palabras sobran.
Este mes hace un año
que nos dejaste. Te sigo añorando mucho mamá.
Las ilustraciones son fotografías que realicé para tratar luego digitalmente.
ResponderEliminarAlgún científico quizá explicaría que a quién más se quiere es con quién más tiempo se ha pasado. Pero, las madres, aquellas que dan respuesta y solución a todas las dudas y problemas que te suceden es porque son únicas y hay que quererlas.
ResponderEliminarMe acuerdo cuando me picaba el jersey por el cuello hasta el punto de tener que parar de jugar, que ya es decir, y subir a casa. Ella sin darle importancia en un segundo tocaba aquí y allá y hacia desaparecer todos mis males Ufff! que sensación inigualable. No la he vuelto a sentir
Yo intento hacer memoria de momentos con mi madre mientras fui niña, pero me cuesta mucho dar con ellos. Las fotografías me ayudan a recuperarlos y gracias a ellas los revivo y es grato descubrirlos. Un abrazo
EliminarEl cariño no necesita de palabras. Me ha encantado lo que cuentas, el sentimiento que expresas tan de verdad y tan profundo. Con tu permiso me quedo por aquí. Un saludo.
ResponderEliminarGracias Manuela. En todo lo que cuento dejo algo de mí entre las palabras, de otra manera serían textos huecos y no tendrían sentido. No hay nada más agradable a los sentidos, que el calor que sentimos en el regazo de nuestra madre. Un abrazo
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