sábado, 4 de marzo de 2017

Sólo viento



Niñez e inocencia van siempre anudados hasta que un día de improviso, el lazo se alarga como si despertara de un hechizo. En ocasiones esa sacudida llega antes de tiempo, una de las causas es que pedimos a los pequeños que tomen decisiones que no les corresponden, que se responsabilicen, que sean sensatos, que no hagan locuras; en definitiva, que dejen de ser niños. Los adultos tenemos tanta prisa por deshacernos del peso que supone nuestra responsabilidad hacia los menores y la dependencia que supone la niñez, que les robamos con frecuencia la inocencia, porque pensamos que educación y diversión no pueden alternarse o compaginarse.



El viento sopla, sopla y sopla
-Uhuuu, uhuuu.
Protegida con abrigo y bufanda, dejo que mi pelo baile al son que toca.
-Uhuuu, Uhuuu.
Con los brazos extendidos giro y giro, y él parece que gira conmigo.
Cierro los ojos, me dejo empujar y al abrirlos descubro que todo se mueve sin cesar.
-Uhuuu, Uhuuu.
Parece enfadado, pero sólo quiere jugar, y sopla y sopla sin parar.
-Uhuuu, Uhuuu.
-Uhuuu, Uhuuu.
Me encanta danzar con el viento porque me siento volar. Sueño con androides, también con súper héroes, con países lejanos y dragones alados.
-Uhuuu, Uhuuu.
Oigo que me llaman: -¡Pero niña entra en casa! ¡Tienes el pelo como una maraña! Y muy a mi pesar, dejo al viento sólo en el patio aullar.
-Uhuuu, uhuuu, uhuuu.