sábado, 4 de noviembre de 2017

La espera



En octubre un coche atropelló a nuestra amada Kora, un cairn terrier de once años, al que nunca  gustaron las bicicletas. Los días que pasó ingresada la buscábamos inconscientemente por la casa, y nos parecía que la veríamos aparecer por cualquier rincón.  Aún siento sus ojos tristes y vidriosos a causa del dolor clavados en los míos. Para algunos sólo es y será un perro, pero para nosotros siempre será una amiga y compañera fiel.



Las esperas, qué tendrán las esperas. Hay quien se queda sentado mirando al vacío, sus manos, los zapatos…, quien pasea sin cesar de un lado a otro, quien se pone a limpiar, a vaciar el bolso o la cartera, quien no puede dejar de fumar aunque se había prometido no hacerlo o ser más comedido. Quien se hace reproches sin cesar, quien se lamenta, quien inculpa…

Los hay que no paran de hablar y quienes no pronuncian palabra. Los que miran al televisor sin ver nada… o incluso se adormecen. A otros les da por escribir o por pintar como a mí, o por hacer crucigramas o sudokus. Trabajar en el jardín, podar, regar…, escuchar música, bailar. Algunos hacen yoga o algún tipo de ejercicio. O bien miran por la ventana a la gente que pasa ausente por la calle…
Nadie queda insensible ante la espera. Cuando la demora ha sido mucha y por fin el desespero termina, la información ansiada nos impacta aunque las noticias no sean malas y te quedas aturdido durante un momento hasta que la mente lo asimila y tus emociones afloran.

Nos pasamos el tiempo esperando, anhelando el momento para esto o para aquello, aguardando el instante más oportuno, ansiando que… confiando que… La vida es una continua espera, pero mientras transcurre debemos deleitarnos con cada instante, siempre tropezaremos con oportunidades y ocasiones irrepetibles con las que llenar nuestras vidas de momentos buenos, dejando a un lado las penas y tristezas que todos sobrellevamos.


Frente a mi casa, es el cuarto perro que atropellan, la suerte no ha querido nunca que sea una persona y seguimos deseando que así sea. Por la vía no se puede exceder de los treinta por hora al ser zona escolar, pero si se te ocurre ir a esa velocidad, el de detrás oscila de un lado a otro desesperado, o se pega a tu maletero exigiendo que te apartes para poder ir más deprisa. Es una lástima que para algunas cosas hayamos perdido la paciencia y con ella, la prudencia.
Pasado ya el peligro y tras dos intervenciones, Kora sigue viva aunque arrastrará algunas secuelas .

1 comentario:

  1. Las ilustraciones las realicé con acrílicos sobre papel de grano grueso y para terminar, el toque digital que le doy siempre.

    ResponderEliminar