martes, 5 de julio de 2016

Lozanía



Pensando en la publicación para este mes y rebuscando entre mis libretas para inspirarme, encontré un corto poema que escribí en 1979, recién cumplidos los diecinueve años, en el que reflejo no sólo mis sentimientos, sino los que observo en los demás. Ya entonces tenía esa inquietud por escribir y dibujar que me acompaña siempre y ahora ustedes padecen, y a mi juicio, la sana costumbre de escribir aclaraciones y dedicatorias junto a los textos y que me han servido como fundamento para reescribir el poema. 



Te abres a la vida mostrando tu nostalgia,
te sientas en un banco sin comprender nada,
y buscas en el silencio las palabras.

No concibes el mundo que te rodea,
los demás no comprenden nada, lloras,
y casi al mismo tiempo, tu entusiasmo se derrama.


Te sientes como la flor que encarcela el sol,
que canta entre rejas como un pájaro
cuando le aletea sin control el corazón.

Te engañan los gestos, el cerebro no para,
cruzas miradas de sortilegio encantadas,
y añoras aprobación, pero no encuentras nada.

Años ásperos como densa pesadilla
y felices, como sólo en juventud se hallan,
bendita, fugaz y loca lozanía.



Adolescencia, esa etapa que todos hemos sufrido, disfrutado, padecido y algunos incluso  olvidado; yo al mirar atrás, me lleno de  recuerdos con alguna lágrima y muchas sonrisas.






4 comentarios:

  1. Realicé las ilustraciones con acuarelas y rotulador, y terminé como siempre con un toque digital.

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  2. Sí, yo recuerdo muy bien momentos de mi adolescencia muy muy convulsos. Cuando me hacía preguntas como ¿por esto o aquello debería enfadarme?, porque esto ¿está bien o está mal? Y no tener ni puta idea y buscar referencias por aquí y allá. Y unirme al primero que opinaba para no desvelar mi confusión.
    Ahora sin embargo, sigo sin tener ni puta idea de cosas pero NO ME IMPORTA. El tiempo es sagrado y lo utilizo en conocer lo que merece la pena, que hay mucho y fantástico. Y de eso sí quiero tener criterio.
    Imagino que de la evolución de aquella adolescencia he llegado a esta madurez, y lo que me queda aún por: cambiar y desarrollar y evolucionar y crecer y requetecambiar. Un beso Floren

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    1. La adolescencia conlleva a mi modo de ver, el paso más difícil en nuestra persona, porque como bien dices es cuando nos empezamos a realizar las preguntas más trascendentales y a descubrir qué nos atrae y qué no, de los roles y temas que vamos descubriendo o con los que nos vamos tropezando. A veces decimos que las personas no cambian, pero no es cierto. El ser humano se modela continuamente aunque a veces se aferra a criterios o comportamientos fijos, que no siempre son los más adecuados. Siempre estamos madurando, aprendiendo y desarrollándonos como persona.
      Muchos besossss

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  3. Sí, yo recuerdo muy bien momentos de mi adolescencia muy muy convulsos. Cuando me hacía preguntas como ¿por esto o aquello debería enfadarme?, porque esto ¿está bien o está mal? Y no tener ni puta idea y buscar referencias por aquí y allá. Y unirme al primero que opinaba para no desvelar mi confusión.
    Ahora sin embargo, sigo sin tener ni puta idea de cosas pero NO ME IMPORTA. El tiempo es sagrado y lo utilizo en conocer lo que merece la pena, que hay mucho y fantástico. Y de eso sí quiero tener criterio.
    Imagino que de la evolución de aquella adolescencia he llegado a esta madurez, y lo que me queda aún por: cambiar y desarrollar y evolucionar y crecer y requetecambiar. Un beso Floren

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