miércoles, 4 de noviembre de 2015

El caballito Hipa



Bajo el agua el mundo que engañosamente nos parece quieto y silencioso, arropa a unos animales que se persiguen con tesón o se pelean con ahínco desplazando el agua con fuerza. En ocasiones se matan y se comen entre ellos aunque sean de la misma especie, aunque mientras lo hagan vean el terror reflejado en los ojos de su presa, o quizá, precisamente por eso. Una lucha sin tregua donde el protagonismo queda representado por el afán de supervivencia de sus moradores, que se resume en comer o ser comido.

Hipa en cuanto salió del abrazo protector de su padre junto a sus cuatrocientos hermanos, se mostró siempre inquieta y con deseos de verlo todo. El movimiento del mar le producía unas ganas locas de dar volteretas, se soltaba de la rama de coral donde aferraba la cola, daba cortos saltitos con sus diminutas aletas y volvía a agarrarse.


Un día en el que se dejaban mecer apaciblemente por las olas, dos puntos negros a lo lejos, se acercaban lentamente mientras el grupo permanecía tranquilo flotando en el arrecife. De pronto, una sombra en forma de paraguas se posó sobre ellos y un remolino los succionó con fuerza. Hipa dio vueltas apresada en el torbellino y cuando los dientes de su depredador se cerraban sobre ella, escapó gracias a la corriente de la marea que la empujó con fuerza y se dio un golpe tremendo contra el coral, que la dejó atolondrada entre las algas donde quedó atrapada. Sin comprender, observó cómo diezmaba de un coletazo gran parte de su familia. Los que quedaron con vida desde aquel momento, corrían acobardados ante la mínima presencia y se escondían en la bolsa paterna.


Transcurridas dos semanas de vida, quedaba sólo la cuarta parte de un grupo de caballitos de mar asustadizo,que decidieron reunirse en asamblea con la esperanza de aclarar ideas y buscar una solución ante nuevos ataques:
Uno de ellos dijo – La sombra que nos devora es una raya, para los más jóvenes diré que se alimenta de peces pequeños, como nosotros nos alimentamos de camarones diminutos­­–.
­– Pero ¿por qué no sigue su camino como hacen otros y nos deja en paz?– preguntó una cría.
Y el más viejo respondió – Las rayas tienen muy buena memoria, somos presas fáciles y no se irá de la zona mientras encuentre comida–.
Decidieron entonces, que necesitaban atraer a un gran depredador, que hiciera desaparecer para siempre la amenaza. Pero ¿quién se encargaría de tal peligro?.

Cuando daban la reunión por finalizada ante la falta de candidatos y se retiraban cabizbajos, escucharon un –Yo iré– apenas audible.Todos se volvieron esperanzados para contemplar al salvador, pero nadie dio un paso al frente, así que de nuevo se volvieron pesarosos, y otra vez pero un poco más fuerte, se oyó una tímida voz. –Yo iré–. Y las miradas repararon al fin en un pequeño caballito de mar llamado Hipa.
Luego todo fue muy deprisa, bueno, todo lo deprisa que en el mundo de los caballitos de mar se pueden hacer las cosas. Hipa, al partir con la emoción del momento reflejada en la cara, recibió numerosas muestras de afecto: Aletitas reconfortadoras en la espalda, consejos, más consejos, y miradas de admiración y también de pena. 

Pasaron varios días sin noticias, de seguir así, pensaban, no quedaría colonia de caballitos que salvar, pues muy pocos sobrevivían ya a las embestidas de la sombra, aunque los hipocampos seguían cortejándose con ternura arropados por la penumbra, bailando temerosos pero
esperanzados y enlazando sus colas como muestra de amor eterno, y en consecuencia en pocos días alumbrarían minúsculos caballitos, pero no sería posible si antes la sombra se comía a sus progenitores.

De pronto una tarde, el lugar se estremeció como si aguantara la respiración, el coral se oscureció, una turbulencia acompañada de diminutas burbujas quedaron paralizadas en la zona como si se hubiera detenido el tiempo y nadie, nadie, se atrevió a levantar la cabeza esperando resignados su final. 
En aquel momento sintieron horrorizados que algo se deslizaba despacio entre las algas, pero para sorpresa de todos era Hipa, que con su minúscula aleta señalaba feliz al gran tiburón martillo, que perseguía con tesón al pez raya. De momento, con hormiguitas en el corazón, Hipa pensó, que la vida de la colonia seguiría adelante.

 
En ese mundo a veces oscuro, de penumbra que se asemeja a la niebla, y otras transparente y luminoso, los seres acuáticos procrean, unos con violencia, otros con delicadeza y algunos en ocasiones incluso parecen bailar cuando se cortejan, me gusta pensar porque soy una romántica, que cuando eso se produce también se aman.

3 comentarios:

  1. La técnica elegida para las ilustraciones es ceras blandas.

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  2. Hola,
    Creo que la mayoría pensamos que las personas somos muy listas comparadas casi con cualquier animal, y en realidad lo que ocurre es que no tenemos ni idea, de cuanta sabiduría coordinación amor hay entre animales incluso de distintas especies.
    De todos podemos aprender, porque no de la vida animal?

    Floren si tienes el WhatsApp de la caballita de mar HITA pasamelo, a ver si nos podemos dar un baño juntas, y charlar.
    Un abrazo fuerte fuerte

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  3. Ja, ja, ja, ja, me parece que Hipa es como tu hermano, alérgica a los teléfonos. Por otro lado, sería maravilloso nadar con estos animalitos tan sorprendentes, lástima que sean tan tímidos, pero sus razones tienen.

    Los animales y la naturaleza en general, nos enseñan muchas cosas como bien dices, pero nosotros en ocasiones por conveniencia que a la larga es errónea no queremos darnos por aludidos.

    Nos vemos pronto. Muchos besossss y gracias por leer mi blog.

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