miércoles, 1 de abril de 2015

Desayunando


Cuando era pequeñaja, pasaba el momento del desayuno fantaseando y jugando siempre que no había prisa, y en ocasiones aunque la hubiera. A veces me viene a la memoria el recuerdo de mi madre persiguiéndome escaleras abajo con el vaso del desayuno a rastras, para evitar que fuera al cole sin probar bocado mientras el micro me esperaba impaciente  en la esquina. Supongo que casos parecidos se siguen repitiendo cada día donde hay niños.




Corro hacia la cocina porque es la hora de desayunar y en ese momento escucho la voz de mamá –¡Vamoooss a desayunaaar!–, me siento a la mesa en el momento en que coloca el plato, la cuchara, el azúcar y su mano se acerca con el vaso de leche.


Me gustan las manos de mamá, son suaves y saben hacer muchas cosas. Me acarician con dulzura, me peinan y me ayudan a vestirme, a veces también se enfadan y me señalan con el dedo firmemente mientras me regaña. Siempre huelen bien, a cosas ricas o a perfume. Hoy huelen a miel y galletas. 



Su mano sobre mi cabeza me da a entender que puedo servirme el cacao, así que introduzco la cuchara en el bote y la suelto como una bomba sobre el vaso –Poff–. 



Me gusta la leche con cacao pero no que esté muy caliente. Miro dentro y revuelvo las bolitas de chocolate que flotan como iceberg, las toco con el dedo y siento una atracción especial, como de imán y me siento cada vez más pequeño. 


De pronto floto sentado sobre una bola de chocolate que gira en el vaso siguiendo el movimiento circular que formó la cuchara. –Uuhhh, uhh, uuhh, uhh–, es fantástico dar vueltas como si estuviera sentado sobre un columpio. Oh, oh, me caen del cielo pequeños trozos de galleta. –¡Pof!. ¡pof!–, mueven el líquido provocando choques entre los trozos que aún flotan, las bolitas de chocolate aún se resisten y no se hunden, pero los trozos de galleta irremediablemente van absorbiendo la leche y se hunden despacio como pequeños submarinos. 

Creo que ahora necesita una nevada, lleno la cuchara de azúcar, –fffff, fffff–, sopla el viento huracanado y empieza a nevar –ffff, ffff– y la nieve que cae enseguida se deslíe y se va al fondo. Lo revuelvo otra vez, –Jo–, el líquido se ha vuelto espeso y con tropiezos, y ahora ¿quién se bebe este desayuno?, además está casi frío. 


A ver si puedo con la mitad, tendré que taparme la nariz para poder tomármelo deprisa y evitar que mamá se enfade.

1 comentario:

  1. Ilustraciones trabajadas sobre papel de acuarela sin grano, acuarela y rotulador negro de punta fina. Relieve sobre papel trabajado con una plancha de textura y buril.

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