domingo, 1 de junio de 2014

Amor loco


¿Se puede sentir amor por un desconocido?

Yo me enamoré perdidamente una tarde de principios de abril, un día ventoso en el que caían unas chispitas que lo humedecían todo, y a ratos con la tibieza del sol en esa época del año, se iluminaba tímidamente la calle por unos instantes, dándome la sensación de que el día se detenía, como si se aletargara.

Recuerdo que medio corrías supongo que por culpa de la llovizna, mientras  te tapabas la cabeza como podías, con el bolso en una mano y con la otra te agarrabas la falda que tendía a seguir el ritmo de una brisa majadera.

Subiste la escalera que conducía al muelle de madera donde esperaban con el balanceo eterno del mar, las barcazas de los pescadores. Miraste a lo lejos buscando algo o a alguien y te detuviste un momento observando el sol, mientras te protegías los ojos con la mano, volviendo despues a bajar.

Yo que tomaba una caña en el guachinche playero casi desierto por culpa del mal tiempo, me levanté de un salto al verte, y apresuré el paso hacia donde estabas, pero tú ni me miraste, consultaste el reloj, te dirigiste hacia la parada de guaguas y te subiste a una aprovechando que llegaba en ese instante.


La gente cree que me gusta pasear a la orilla del mar, porque desde aquella primera vez acudo siempre que puedo a la misma zona de la playa. Ya no recuerdo tu cara, pero cuando sueño despierto aún veo tu silueta mirar a lo lejos para despues consultar el reloj en un bucle eterno.

Hace más de veinte años que repito esta rutina, casi siempre a la misma hora tras el regreso a casa después del almuerzo. A veces en mi anhelo he creido verte, pero al instante me desengaño porque no eres tu y aunque parezca imposible, te sigo queriendo.


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